Contiene todo el trigo,
tu límite de flor
- tu frontera de azúcar-.
Yo podría llamarte con un
nombre
distinto que a ti te eñalara,
partiera, se fuera sin
saber
ajeno y de nosotros:
como huellas que asfixian;
un pájaro en la mano de ti
que me doliera
-entrando por mi herida-
como un hierro en la
fragua
(ya en carbón o madera),
hasta forjar despacio la
forma
de tu carne.
Sentir que estoy soñando
la curva de los trenes
agredidos de verde,
del sexo transparente
que dormita en la almohada,
-eso de andar descalzo
mientras cae la lluvia-
sin letras de tu nombre
por quedarse en los labios:
expiando los latidos:
(atravesada en celos) para morir más hondo!
(atravesada en celos) para morir más hondo!
Dalmiro Meneses
Montevideo, 23/noviembre/2006
Uruguay
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