domingo, 30 de octubre de 2011

El límite

Contiene todo el trigo,
 tu límite de flor
- tu frontera de azúcar-.

Yo podría llamarte con un nombre
distinto que a ti te eñalara,
partiera, se fuera sin saber 
ajeno y de nosotros:
como  huellas que  asfixian;
un pájaro en la mano de ti
que me doliera
-entrando por mi herida-
como un hierro en la fragua
(ya en carbón o madera),
hasta forjar despacio la forma
de tu carne.

Sentir que estoy soñando
la curva de los trenes
agredidos de verde,
del sexo transparente
que dormita en la almohada,
-eso de andar descalzo
mientras cae la lluvia-  
sin letras de tu nombre   
por quedarse en los labios:
expiando los latidos:
(atravesada en celos) para morir más hondo!





                                         Dalmiro Meneses
                                       Montevideo, 23/noviembre/2006
                                                               Uruguay




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