Duele la eternidad,
las cruces demolidas
de un cielo no
tocado,
duele el llanto que teje
los vacíos del viento
–brotes de
primavera,
la tierra quiere el vientre
de los senos azules,
y estrellas
que se ahuecan
como arena de un árbol:
raíces de tu llanto –
que deshoja el otoño
por quemarme los labios,
o las fauces del
trueno (intraducible)
que ilumina el dolor siendo mi vida
palabras del
morir que me devoran,
entonces:
ajena
luna
mía,
-si olvidarme no puedes
cuando dices: mis los ojos,
mía,
-si olvidarme no puedes
cuando dices: mis los ojos,
¡alójame en tus
huesos
cuando la carne acabe
por negarme
como el ave sin
peso del vacío!
Dalmiro Meneses
Montevideo, 23/1/2010
Uruguay
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