Sobre el fin de la noche
donde la razón ignora,
siento las huellas de tu piel,
el peso de tus pies descalzos
–viento de arena y sal sin nombre.
Primavera de voz,
madriguera de tigres
en espera,
la luna de tu vientre
siempre viva
-entre labios que sueñan-,
hasta que al fin, húmeda de ayer
la aurora diga: ¡basta!
Silencio de no estar
sin más;
tus pechos detenidos
como colinas de suspiros
en la luz,
en la luz,
Dalmiro Meneses
Montevideo, dic. 2006 - Uruguay
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