Existes pura, liviana
lejos, libélula de
sueño.
Voy a tocar el
vientre de tu cuerpo arado:
el arco de la
tierra
que ha elevado el
horizonte de tu pecho.
La noche –acariciante-,
tiene los ojos
de tu ternura,
libra el poema
de lo imposible,
siembra en tus
clavos (besos y polen)
para que brotes
como un milagro,
pincel en carne viva,
fiebre de luna volcada
en tela,
ciegas tijeras, sangre de celos:
venas amargas de los infiernos,
-puerta ciega a tu vida torturada-.
Avispa de las
penas y las flores,
libadora del
árbol de las gasas
tu rosa abre soles de un mar,
truenos de llanto,
truenos de llanto,
y el hijo desgarrado del abismo
–en rayos
transparentes de la carne–
siente en los
labios de mi voz: tu reino!
Dalmiro Meneses
Montevideo, 19/octubre/2009 Uruguay
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