a Charles Baudelaire
en Cuadros Parisinos.
Ya no ocultan sus
ojos de niebla
los azules secretos
de la noche,
ni la belleza ciega que la luz no toca:
-tan lejos de las manos como el vuelo de un ave.
-tan lejos de las manos como el vuelo de un ave.
Reflejan -la soledad
de un puerto-
los olvidos de
mástiles varados
-¡fiebre de los navíos! ¡cielos rotos!-
por los celos del mar con sus espadas:
por los celos del mar con sus espadas:
¡Déjalos que duerman! ¡No enciendas una vela!
-sus halos son murallas: telarañas de luna,
raíces de la sangre
o aguijones de abejas!
Ya la muerte
abandona -de la piel a los huesos-
los ciegos
ataúdes de la tarde,
la orilla
solitaria de los ojos dorados;
-Hoy enhebra lejanos relámpagos perdidos
con hilos
invisibles de ayeres y mañanas:
¡cal de tiza que vuelca la suavidad del vino-
(y al sepulcro del miedo) mariposas de sol!
Dalmiro Meneses,
mayo 2005- Uruguay
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